El dominico Giordano Bruno, sacrificado en la hoguera por la Inquisición en 1600, dijo: «Las religiones no son más que un conjunto de supersticiones útiles para mantener bajo control a los pueblos ignorantes». Ciento cincuenta años después Voltaire, filósofo francés, escribía: «La religión existe desde que el primer hipócrita encontró al primer imbécil»...

miércoles, 21 de marzo de 2012

Procesiones para celebrar La Pepa



Andalucía Laica denuncia la celebración de procesiones en el Bicentenario de la Constitución de 1812

Está prevista la organización de una magna procesión de semana santa con numerosos pasos en Cádiz.

La celebración de un hecho cívico como es el bicentenario de la primera Constitución en España va a contar entre sus actos conmemorativos con el pregón de la semana santa o la celebración de una magna procesión en la que participarán 22 pasos, como ya ocurriera en 2010 en San Fernando, en un ensayo de lo que podría ser este acto.

A lo largo de los próximos días la Federación de Cofradías tiene previsto organizar actos de presentación de este evento en San Fernando, Jerez y Sevilla. Incluso valoran que esta actividad será la que mayor afluencia de público congregue dentro de todas las actividades previstas con motivo del Doce.

En la Comisión del Bicentenario hay un representante del Consejo de Cofradías.

La Constitución de 1812 era confesional y establecía en su artículo 12: "La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra."

Pero 200 años después contamos con una Constitución que proclama la aconfesionalidad del Estado, por lo que este tipo de celebraciones religiosas más que celebrar el bicentenario, parece que quieren trasladarnos dos siglos atrás, donde la corona y la religión estaban fuertemente unidas.

Desde Andalucía Laica denunciamos este intento confesional de mezclar unos actos religiosos con una celebración cívica, lo que supone una vulneración de la actual aconfesionalidad del Estado y un ataque a la neutralidad del Estado moderno y a la libertad de conciencia de la ciudadanía.

Sólo unos nostálgicos de esa antigua unión del cetro y el altar pueden pensar que es adecuado en el siglo XXI establecer este tipo de actos, patrocinados por las Administraciones Públicas, que llegan a producir una confusión entre lo público, que es el Estado y una determinada y particular creencia religiosa, como es el catolicismo y sus procesiones de semana santa, adecuadas para sus creyentes, pero no para utilizar como elementos que aglutinan a toda la ciudadanía.

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